jueves, 1 de marzo de 2018

Perfil de un Orientador


¿Qué perfil profesional se requiere para ser Orientadora u Orientador?





Este artículo pretende reflexionar sobre la construcción y el perfil profesional de los orientadores y orientadoras de los IES. Para realizar este breve relato, me basaré en la experiencia, en las intuiciones, en las observaciones y en las lecturas realizadas. Mi propósito es humilde, no pretendo hacer un estudio exhaustivo, no está a mi alcance. Sólo esbozaré algunas ideas y vivencias que nos ayuden a reflexionar, o a soñar, sobre el posible devenir de la Orientación Psicopedagógica en nuestro contexto socio-cultural.


Los primeros departamentos de Orientación en los IES nacieron a partir del año 1992 y 1993. El aterrizaje en los centros fue muy complejo. No había un modelo de referencia en Orientación Educativa. Era escasa la historia de la orientación. No existía una “cultura de orientación”. Las piedras en el camino fueron intensas. El conservadurismo en los paradigmas didácticos despertaban los prejuicios hacia la orientación. Su nacimiento no fue un camino de rosas. Había muchos obstáculos y miedos por lo desconocido, por este nuevo profesional “los pakistaníes” “¿ésta pa que está aquí?”, decían los osados. De hecho, en algunos sectores del profesorado, aún seguimos demonizados e infravalorados. La falta de comprensión al puesto de trabajo era absoluta. Despertaba comparaciones, enemistades, polémica e implicaba una soledad en un puesto de trabajo, que había sido creado para compartir y unir. Ante estos frenos y desinterés por la orientación, nos hemos preguntado: “¿Para qué, Orientar?”


La Administración estaba un poco perdida en relación a horarios, funciones y actuaciones de los orientadores/as. A pesar de las adversidades, crecimos y la orientación fue calando en los centros como el chirimiri en la tierra mojada. Los grupos de trabajo adscritos al CEP con profesorado del centro, nos permitió la cercanía, el dinamismo, la sensibilidad hacía la orientación y sumar algunos o muchos apoyos en los claustros. En mi experiencia, una máxima aparecía en la tarea orientadora, como decía Plutarco: “No conozco ningún camino para el éxito, pero sí un camino para el fracaso: querer contentar a todo el mundo”. Esta máxima generaba confianza, serenidad y tranquilidad.


La formación permanente ha sido nuestra compañera de viaje y palanca para la construcción del perfil del orientador u orientadora. La formación continua es esencial en la ardua tarea de la orientación. Permite crecer profesionalmente y personalmente. Aprendemos estrategias de intervención, trabajo en equipo, compromiso… Aún reconociendo que no contamos con varitas mágicas, el contacto con otros orientadores, la asistencia a cursos, congresos, encuentros y jornadas, es imprescindible para nuestra actualización laboral.


Las relaciones con todos los estamentos de la comunidad educativa iban en aumento. Los alumnos tenían una concepción errónea de lo que era una orientadora. Era el sinónimo a la “loquera” “pasadora de test”. Sin embargo, el alumnado fue tomando conciencia de su papel, creándose una red de alumnos muy asiduos al departamento de orientación en la búsqueda de soluciones a sus inquietudes y problemas. Los estudiantes aportan energía, frescura y renovación. Entusiasma trabajar con los adolescentes, comprender su mundo. Hay una gran labor con ellos y ellas. Escucharles sin expectativas, ni prejuicios es esencial en Orientación. Además, como dicen que somos magos, podemos convertir un gesto fruncido, un llanto, en una gran sonrisa y la falta de perspectativas en una toma de decisiones. La mochila va colmada de todo el aprendizaje adquirido.
¿Cuál es la situación actual?


Hemos progresado profesionalmente, hemos aprendido a ser “Orientadores” y se han establecido los departamentos de Orientación en los IES.


En el presente, la Orientación ha cambiado. La integración, la aceptación en un centro es favorecedora. Una mayoría de profesorado acude al Departamento de Orientación. La coordinación tutorial está anclada en los centros. Hay arraigo en los centros, en el sistema educativo, en la administración. Se ha creado cultura de trabajo en Orientación. Como las piezas de un puzzle, todo se ha acoplado y normalizado a lo largo de estos años. Aunque, el orientador u orientadora si no encuentra respuesta en las directivas, en el profesorado, en el alumnado, puede desmotivarse y perder su ímpetu e ilusión en el trabajo. Una se cuestiona: “¿Quién motiva a la Orientadora u Orientador?”


Si en la actualidad preguntáramos a los interesados sobre el papel de una Orientadora en un centro educativo y sus aportaciones a éste, las respuestas serían tan diversas como concepciones diferentes hay de la orientación. Tímidamente, se ha preguntado y todas las personas han contestado con reflexión y con verdadero interés, conocedores de las aportaciones de este profesional. Entre ellas, destaco:
Aporta una visión especializada a la atención a la diversidad.
Auxilia, apoyo y seguridad al alumnado, familias y profesorado.
Contribuye a una escuela de comunicación y diálogo.
Es como el corazón del organismo “recibe, da, llegando hasta el final”.
Permite cohesionar al profesorado en las distintas disciplinas y su diversidad, favoreciendo no ser “islas”.


Se observa la concepción dinámica y positiva del papel de una orientadora. El tiempo hace historia y ante esta panorámica, cabría preguntarse: ¿Qué perfil profesional se requiere para ser Orientadora u Orientador? ¿Podríamos hablar de una persona con autocontrol emocional, alegre, culta, comprometida, humor, iniciativa, mediadora,…? ¿Podríamos hablar de nuevos modelos de orientación y actuales a la encrucijada sociocultural?


En esta sociedad red del bienestar empiezan a surgir síntomas alarmantes de apatía y pasividad en algunos jóvenes, sumergidos en la cultura del ocio y no esfuerzo, crisis de valores tradicionales y corrupción, fugacidad, hedonismo, paro juvenil, terrorismo…
¿Qué papel le corresponderá a la Orientación Psicopedagógica en su función preventiva en este proceso?


Los interrogantes quedan abiertos, sólo se puede añadir que su pretensión es muy humilde, pues estas sencillas líneas sólo han intentado activar nuestro pasado para llegar al presente de la orientación y motivarnos a reflexionar sobre el futuro de la Orientación Psicopedagógica en la sociedad de nuestros días. Sin abandonar y unificar criterios con el resto del profesorado porque la Educación para que sea una verdadera herramienta de transformación, ha de ser de calidad con un sistema público de Educación fuerte, una comunidad escolar participativa, un profesorado y un personal educativo suficiente, cualificado y bien remunerado.


A los Departamentos de Orientación nos corresponde mejorar día a día ofreciendo esperanza e ilusión como motor de nuestra profesión y aportando nuevas ideas y proyectos educativos acorde con el siglo XXI.


Quizás todavía para algunos docentes no somos útiles ni accesibles y nos vean utópicos… y decimos que Utopía no existe. Pero, no es cierto. Está dentro de nosotros mismos.

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